Fue una de las temporadas más memorables y significativas en la historia del béisbol. En el verano de 1998, Mark McGwire de los Cardenales de San Luis y Sammy Sosa de los Cachorros de Chicago se embarcaron en una persecución de uno de los récords más sagrados del juego, encendiendo la pasión y la imaginación de los aficionados y no aficionados en todas partes. El drama, la emoción y los resultados serían recordados por generaciones. Si solo supiéramos entonces cuán complejos se volverían nuestros sentimientos sobre todo esto.