Sydney y Dixon han de viajar a Panamá para localizar a DiRegno, una persona que aparece ligada a una profecía apocalíptica de Rambaldi. Sin embargo, cuando llegan allí, Di Regno ha sido asesinado y su corazón extirpado y robado. La CIA descubre que el nombre de su asesino es Vargas de modo que tratan de capturarle para resolver este nuevo rompecabezas relacionado con Rambaldi y que en este caso plantea la NSA a través de su experta en Rambaldi, la agente Carrie Bowman, que cautiva inmediatamente a Marshall (y la atracción es mutua). Pero Vaughn está preocupado por Dixon, al cual ha visto tomar pastillas desde el funeral de Diane. Como Jack no está dispuesto a creerle, Vaughn llama a la Barnett para que valore a Dixon. Ésta cita a Marcus para una sesión y un test de drogas. Dixon le confiesa a Sydney que está tomando vicodín por su cuenta y ahora tiene miedo. Sydney le asegura que todo saldrá bien y tiene una buena pelea con Vaughn por haber delatado a su amigo. Dixon, por su parte, falsifica los resultados del test de drogas para que salgan negativos y se lo confiesa a Sydney, la cual tapa su mentira. Mientras, Sloane se reúne en el Himalaya con Conrad, un misterioso monje al que conoció hace muchos años y que le inició en su cruzada Rambaldi. Sloane le culpa del rumbo que ha tomado su vida, especialmente su obsesión por el profeta italiano. Conrad le dice a Sloane que todo lo sucedido hasta ahora fue profetizado y le indica que en este momento se encuentra en la posición ideal para comenzar su misión, la misión que Rambaldi tenía para él. Le muestra un papel y Sloane parece maravillado al verlo. La CIA llega hasta un puerto donde se encuentra el corazón de Di Regno pero al llegar no encuentra nada. Dixon se altera mucho y amenaza a uno de los mozos del puerto con hacer explotar una bomba si no le dice lo que sabe. El equipo de la CIA no sabe como reaccionar, creyendo que Dixon es capaz de hacer lo que dice. Cuando se acerca peligrosamente a cero, el mozo confiesa que el corazón está en uno de los barcos, y Dixon, complacido, muestra el temporizador de la bomba, que estaba desconectado, de modo que no hubiese explotado. Muy aliviados, el equipo va al barco a recuperar el órgano, pero cuando abren la caja se encuentran con un raro corazón artificial. Más misterios apocalípticos...