Durante una parada rutinaria para tomar el café de la mañana en el restaurante local, Gibbs se encuentra a sí mismo mirando a través del cañón de una pistola. Un cliente le estropea su desayuno cotidiano al apuntarle con su arma, lo que lleva a nuestro protagonista a un viaje al pasado, en el que se ve obligado a cuestionarse sus decisiones presentes y pasadas.