Homer estropea la Declaración de Derechos en la Exposición Itinerante del Smithsonian y se ve obligado a dejar que el patrocinador de la exposición, una empresa de teléfonos móviles llamada Omnitouch, instale una gigantesca antena de comunicaciones en casa de los Simpson. Homer elige la habitación de Lisa para todos los aparatos y mecanismos para hacer funcionar la antena y ella se enfada con su padre. En el mutuo intento por restaurar la maltrecha relación padre-hija, ambos acaban metidos en tanques de suspensión sensorial en una tienda New Age y allí, Lisa verá la situación con otros ojos.