Siempre me he preguntado cómo sería realmente conocer a alguien con autismo. Ahora, un tema candente en las noticias, me acordé de una escuela en la que trabajaba la mamá de mi amigo. Pronto me presentaron y pasé ocho días con Chad, un joven de 20 años que vive con autismo. Chad no solo no te hace sentir pena por sus discapacidades, sino que rápidamente me di cuenta de que es una de las personas más divertidas y compasivas que había conocido. Fui testigo de la angustia que siente al sentirse diferente, pero en nuestro tiempo juntos asumimos desafíos y empujamos los límites de su condición. Me alegro de llamarlo un amigo cercano y de confianza.
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