Presidir los casos de Luke obliga a Lola a reconocer sus propios prejuicios implícitos y la pone en conflicto con el juez Benner. En el frente del hogar, mientras que el esposo de Lola, Robin, está en D.C., ella reflexiona sobre la maternidad soltera y mantiene una conversación unilateral con el nuevo bebé que crece en su estómago. Además, Mark contempla reabrir una vieja investigación que causa fricciones entre él y Amy