La Aurora Boreal brilla en todo su esplendor provocando un extraño efecto en los habitantes de Cicely: éstos empiezan a intercambiarse sus sueños, descubriendo de este modo algunos de sus secretos. Así, Ron, uno de los copropietarios gays del hotel del pueblo, sueña que es un fetichista de los zapatos femeninos, y descubre que el sueño pertenece en realidad a Maurice, el cual, molesto al verse pillado con las manos en la masa, acusa a Ron y a su pareja, Erick, de ser unos tramposos jugando al póquer.