A Maggie le da un ataque destructivo cuando Marge, siguiendo los consejos de una revista sobre maternidad, tira su chupete a la basura. Finalmente, Marge se rinde y envía a Homer a comprar un chupete nuevo, pero cuando Homer no encuentra la marca correcta, Maggie encuentra un sustituto: un juguete para perros de los que suenan al estrujarlo. Homer no puede dormir con los incesantes pitidos del juguete y se ve obligado a tomar pastillas para dormir, lo que acaba convirtiéndole en un sonámbulo con afición por el vandalismo. Cuando uno de sus actos vandálicos nocturnos acaba con todos los bomberos de Springfield en el hospital, Homer y otros Springfieldianos se presentan voluntarios para sustituir a los bomberos heridos. Ellos extinguen muchos incendios y al principio son recompensados con regalos, pero cuando dejan de recibir regalos, buscan otras formas de compensar sus heroicos actos.