Mientras la policía intenta disolver una ruidosa concentración de personas en los terrenos del Sr. Burns, uno de los agentes reconoce en las paredes cuadros robados de incalculable valor y el maníaco billonario es detenido para ser interrogado. Con el Sr. Burns fuera de juego, Smithers toma el mando de la central nuclear. Pero cuando los empleados se aprovechan de su carácter amable, se venga obligando a los empleados a trabajar día y noche.