En Berlín –una anomalía entre las metrópolis alemanas– Bourdain se encuentra con una sociedad extremadamente aceptable, repleta de creatividad desenfrenada, a pesar de una historia sombría. Con el telón de fondo de los restos del Muro de Berlín, el anfitrión comulga con el músico Anton Newcombe (Brian Jonestown Massacre) para una comida casera, y la artista electrónica Ellen Allien durante un almuerzo de salchichas hechas de pollo, patas de cerdo y salvia en Michelberger. Bourdain también se mezcla con fotógrafos, gorilas de clubes, propietarios de cabarets e historiadores, para discutir la cultura sin precedentes de esta ciudad.